Tributo a Kurt Wallander


Se trata de un detective atípico. Le teme a los retos de su padre anciano y evita ir a visitarlo en una zona campestre de Suecia. Tiene una mirada aguda para ver la falta ajena y las más mínimas grietas de los otros. Pero no dispone de tiempo para su propio espejo. Wallander elige seguir investigando homicidios y casos extraños que lo enlazan con la Interpol, la adicción al tabaco, el alcohol y el desamor de las mujeres.

Una fiscal parece decirle que sí, pero la avanza tan mal que es rechazado.

Su ex mujer lo invita a cenar rico y él piensa que volvió a conquistarla para no estar tan solo, pero no: ella le anuncia que jamás volverá y se marha rauda en el auto de su nuevo hombre, joven, apuesto y con un pasado por reconocer.

Y Wallander la ve partir, destrozado.

Entonces, se refugia en el trabajo y en el amor de su hija que cambia de novios como de estudios, y que será detective como él.

Kurt Wallander, la maravillosa invención del escritor Henning Mankell, nacido en Estocolmo en 1948 (ya hablamos de él en La Leona Blanca, ver página) tiene un toque del inolvidable sibarita Pepe Carvalho, de Manuel Vázquez Montalbán.

Aunque, por momentos, me parece tan porteño…

Aquí un video de Kenneth Branagh en su rol de hombre a medio caer.